Cada cierto tiempo, sin voluntad en seguir un patrón determinado, el profeta de la bolsa abandonaba su cabaña en el cerro norte y bajaba al pueblo.
Los aldeanos lo atisbaban desde una considerable distancia mientras recorría el sendero de bajada con paso calmado de gran firmeza, y las buenas nuevas apenas tardaban en extenderse.
Para cuando el hombre llegaba a la plaza del pueblo, una multitud lo esperaba, anhelando el analgésico de sus palabras.
¡Profeta de la bolsa! ¡Las preguntas sin respuesta turban nuestro corazón! ¡Ayúdenos! - Suplicó una mujer corroída por la inquietud.
El profeta la observó con una mirada que no se detenía en ningún lugar, como si lo único que viera fuera su voz, y ocupó su lugar característico junto a la fuente de la plaza.
- Preguntad, pues. - Eso fue todo lo que dijo.
- Señor, he leído más libros de inversión que nadie, he impreso y encuadernado las cartas de Buffet y me sé de memoria absolutamente todas y cada una de sus citas. Y no solo las suyas, las de Munger también. Leo todas las malditas noticias en seeking alpha y sigo a mil inversores en las redes sociales. Llevo diez años haciendo esto, pero no puedo batir al mercado. ¿Qué hago mal? - Dijo un joven con ansiedad en la voz.
Y el profeta, con rostro sereno, le espetó:
- ¿Y cuál es tu opinión?
- ¿Cómo? - Inquirió el joven
- Lees todo lo que dicen los demás, y sin embargo, ¿qué opinas tú? El conocimiento último debe provenir de tu propia reflexión. No puedes progresar si no desarrollas tu propio pensamiento, tu base de conocimiento particular. Igual que la cría de águila, que recibe el primer alimento de su madre, pero pronto debe volar y cazar sola, así tú debes dejar de leer lo que dicen los demás y desarrollar tu propia visión coherente de las cosas de la inversión. Leer no basta, debes hacer, y hacerlo según tu propio yo.
- Profeta - Irrumpió tímidamente otro joven - ¿Es twitter un buen lugar para aprender?
- Está la señal y está el ruido - sentenció el profeta - Debes preguntarte si deseas aprender, o si deseas que los demás te digan qué comprar sin que tú debas esforzarte. El maestro es el arco y tensa la cuerda, pero la flecha debe volar luego libre y solitaria hacia el horizonte, venciendo al viento, para clavarse lejos.
- Profeta, hay personas que dicen que quieren difundir la cultura financiera de forma altruista. ¿Es eso cierto? - La pregunta provenía de una mujer de mediana edad.
- Es posible. Más debes comprender si su fin es ese, o solo es una forma de expresar su ego, o en el peor de los casos, de venderte sueños que él no ha cumplido.
- En Twitter hay un tipo que dice que hacerse millonario con la bolsa es facilísimo. A veces me siento frustrado porque yo aún no he podido conseguirlo. ¿Es en verdad cierto? ¿Tan sencillo es, profeta? - Añadió otro hombre con incipientes arrugas en el rostro.
- La naturaleza no puede ser engañada. Y las matemáticas son el lenguaje de la naturaleza, por lo que puedes consultarlas sin miedo, y te dirán la verdad. Puedes hacerte rico en bolsa, pero necesitarás muchos años y una elevada capacidad de ahorro. También estás en parte a merced del momento que te ha tocado vivir. Razona, busca la mejor solución para tí y consulta los números, no necesitas escuchar a los que alzan su voz para satisfacer su ego y llamar la atención. Apaga el deseo, pues puede ser una carga pesada que convierta el camino en una tortura, y te impida ser consciente durante el día a día.
Esto es todo por hoy. Solo puedo recomendaros un poco de soledad. Detened el flujo de información sin fin, las noticias centelleantes, el rojo y verde de las cotizaciones diarias. Alejaos y pensad. El frenético día a día no debe eclipsar la simplicidad y claridad de la meta a largo plazo.
- ¡Profeta, aguardad un poco más! ¡Tenemos preguntas! - Clamó la multitud.
Pero el hombre ya caminaba hacia las afueras del pueblo sin detenerse, con su paso sereno y la mirada en el horizonte, rumbo al cerro del norte.