Morgan Housel

Hay un «sesgo nacional» bien documentado según el cual la gente prefiere invertir en empresas del país en el que vive al tiempo que ignora al otro 95 % (o más) del planeta

Jack Bogle, el fundador de Vanguard fallecido en 2019, dedicó su carrera a una cruzada para promover la inversión pasiva a bajo coste. A muchas personas les pareció interesante que su hijo encontrara su vocación como gestor activo de fondos mutualistas y de fondos de inversión libre con elevados honorarios. Bogle, el hombre que dijo que los fondos con elevados honorarios infringían «las humildes leyes de la aritmética», invirtió parte de su propio dinero en los fondos de su hijo. ¿Cuál es la explicación?
«Algunas cosas las hacemos por motivos familiares —dijo Bogle en declaraciones al Wall Street Journal—. ¿Que no es coherente? Pues mire usted, la vida no siempre es coherente.»

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Claro que no, pero lo decía en referencia a la segunda frase, no a la primera. Pero si atribuyes un 0% a la suerte en los fracasos y un porcentaje alto (digamos un 50%) en los exitos, creo que en la cabeza te da humildad y no te pones a vender cursos.

https://twitter.com/artofinvestmnt/status/1533191626537021442?cn=ZmxleGlibGVfcmVjcw%3D%3D&refsrc=email

El supervillano se llama endeudamiento

Deberíamos evitar los extremos de la planificación financiera. Suponer que vas a ser feliz con unos ingresos muy bajos u optar por trabajar jornadas interminables con el fin de conseguir unos ingresos elevados aumenta la probabilidad de que un día sientas arrepentimiento.

En finanzas existe una idea que parece ingenua, pero que ha causado un daño incalculable.
Es la noción de que los activos tienen un precio racional en un mundo donde los inversores tienen objetivos y horizontes temporales distintos.

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El optimismo suena a un argumento comercial. El pesimismo, por el contrario, suena a alguien que intenta ayudarte.

«Por razones que nunca he entendido, a la gente le gusta oír que el mundo se está yendo al garete.» DEIRDRE MCCLOSKEY, historiadora

Al compararlas directamente o al ponderarlas mutuamente, las pérdidas tienen un peso mayor que las ganancias. Esta asimetría entre el poder de las expectativas o de las experiencias positivas y negativas tiene una historia evolutiva. Los organismos que abordan las amenazas con más urgencia que las oportunidades tienen una mayor probabilidad de sobrevivir y reproducirse.

Hay dos cuestiones que afectarán a tu vida tanto si te interesan como si no: el dinero y la salud

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La mitad de los gestores de carteras de fondos mutualistas estadounidenses no invierten ni un solo centavo de su dinero en sus fondos, según datos de Morningstar

A los médicos no les gusta morir como al resto de nosotros. Lo que es inusual en su caso no es la gran cantidad de tratamientos que reciben en comparación con la mayoría de los estadounidenses, sino los pocos a que se someten. Pese a todo el tiempo que pasan ahuyentando la muerte de otras personas, tienden a estar bastante serenos cuando afrontan la suya. Saben exactamente lo que va a ocurrir, conocen las opciones y por lo general tienen acceso a cualquier tipo de atención médica que pudieran querer. Pero se van tranquilamente.

Hay una postdata interesante titulada “Breve historia de por qué el consumidor estadounidense piensa de la forma en que piensa” y que supongo explica lo de “El sueño americano” (Su auge y su caida: “Lo llaman sueño americano porque tienes que estar dormido para creertelo”)

Habla de los cambios tras la 2ª Guerra Mundial:

Los beneficios son compartidos de una forma más equitativa que nunca.

La característica definitoria de la economía de los años cincuenta es que el país se enriqueció haciendo que los pobres fueran menos pobres.
El salario medio se duplicó entre 1940 y 1948, y para 1963 había vuelto a doblarse.
Y esas ganancias beneficiaron sobre todo a aquellas personas que llevaban décadas quedando rezagadas. La brecha entre ricos y pobres se redujo en una cantidad extraordinaria.

En cuanto al 1 % superior, los verdaderamente ricos y los ricos, su porcentaje sobre los ingresos nacionales totales, después de impuestos, había descendido en 1945 de un 13 % a un 7% en 1955.
Esa no fue una tendencia a corto plazo. Entre 1950 y 1980, los ingresos reales del 20 % de los más pobres crecieron en una cantidad casi idéntica del 5 % de los más ricos.

La mayor diferencia entre la economía del periodo 1945-1973 y la del periodo 1982-2000 era que el mismo valor de crecimiento había ido a parar a unos bolsillos totalmente distintos.

Entre 1993 y 2012, el 1 % más rico de la población vio como sus ingresos aumentaban un 86,1 %, mientras que el 99 % más pobre obtuvo solamente un crecimiento de un 6,6 %.

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Algo ha ocurrido desde comienzos de los años ochenta: la economía funciona mejor para algunas personas que para otras. El éxito no es tan meritocrático como lo era antes y, cuando se alcanza el éxito, es recompensado con unos beneficios mayores que en épocas anteriores.

FIN

Libro que se lee en un par de tardes. Curioso. Te cuenta cosas que posiblemente ya sepas o intuyas pero que nunca esta de más recordar y recolocar en tu cabeza.

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https://www.collaborativefund.com/blog/once-in-a-lifetime/

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Salvo que seas Chowder en cuyo caso te atribuirás las cosas inteligentes que alguna vez dijeron Churchill, Einstein, Lincoln y Twain

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Magistral. No perderse el vídeo al final del artículo :rofl:

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“Money buys happiness in the same way drugs bring pleasure: Incredible if done right, dangerous if used to mask a weakness, and disastrous when no amount is ever enough.”

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Last year I had dinner with a financial advisor who has a client that gets angry when hearing about portfolio returns or benchmarks. None of that matters to the client; All he cares about is whether he has enough money to keep traveling with his wife. That’s his sole benchmark.

“Everyone else can stress out about outperforming each other,” he says. “I just like Europe.”

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Encontrar el camino

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