El auge de la economía del comer en casa
Charlie Bigham, el proveedor afable de platos preparados premium del Reino Unido, lanzó este mes una nueva oferta con un precio que sorprendió incluso a su público objetivo más adinerado: un beef Wellington para dos por poco menos de 30 libras.
El consumidor ideal no era el cansado viajero diario al trabajo que buscaba una cena sin complicaciones, sino los potenciales clientes de restaurantes descontentos con el aumento del precio de comer fuera.
“Comer de maravilla no siempre significa salir”, declaró el fundador de la marca homónima en el lanzamiento de su colección Brasserie, que se presenta como una opción para ofrecer comidas a domicilio con “calidad de restaurante”. La gama, exclusiva de la lujosa cadena de supermercados británica Waitrose, también incluye coq au vin y venado bourguignon.
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Esta tendencia está impulsando una creciente economía de “comer en casa”, donde los consumidores prefieren la experiencia de comer fuera a la comodidad, conveniencia y ahorro de sus salas de estar. Representa una nueva competencia para los restaurantes, que ya se enfrentan a la popular conveniencia de los servicios de entrega a domicilio, mientras lidian con la creciente inflación alimentaria y laboral, especialmente en el Reino Unido.
“Comer fuera se ha vuelto mucho más caro en un momento en que los consumidores están presionados”, afirma Simon Stenning, fundador de la consultora FutureFoodservice. “Los supermercados están contraatacando [ . . . ] y aprovechando los desafíos de costos que enfrenta la industria de la restauración”.
Mientras los restaurantes han tenido dificultades, los proveedores de entrega a domicilio también han prosperado
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Una víctima destacada de esta tendencia ha sido Pizza Hut, la cadena de restaurantes familiares que anunció el cierre de 68 restaurantes en todo el Reino Unido esta semana, con la pérdida de 1210 empleos.
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La situación es similar en Estados Unidos. IHOP y Dine Brands, propietario de Applebee’s, Sweetgreen, Wendy’s y Denny’s advirtieron a los inversores en agosto que la reticencia de los consumidores estadounidenses a gastar estaba perjudicando las ventas.
Los estadounidenses consumieron 1.000 millones de comidas menos en restaurantes entre enero y marzo que en el mismo trimestre del año anterior, según datos de la firma de investigación de mercado Circana.
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En Estados Unidos, los restaurantes de comida rápida han sido los más afectados, ya que los consumidores más pobres han recortado desproporcionadamente su gasto.
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El director ejecutivo de McDonald’s, Chris Kempczinski, declaró en una conferencia telefónica sobre resultados en agosto que la marca estaba sintiendo el impacto de “mucha ansiedad e inquietud” entre los consumidores de bajos ingresos. “El resultado es que la gente se salta [comidas]… o opta por opciones más económicas dentro de nuestro menú o por comer en casa”.
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“La gente sale menos que antes, pero cuando lo hace, gasta más y busca mayor calidad”, afirma Martin Williams, director ejecutivo de Evolv. A cambio, añade, los restaurantes se ven presionados a ofrecer una “experiencia inmersiva”.
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