Coincido con Lemuel. Cuando el automóvil sustituyó al coche de caballos, muchos creían que se destruirían muchos puestos de trabajo. Desde luego, se quedaron sin trabajo los conductores de los coches de caballos y los cuidadores de los caballos, pero a cambio se crearon los puestos de trabajo de los conductores de automóvil, que encima eran valían más, por lo que cobraban más que los conductores de coches de caballos. Es un ejemplo más de que la tecnología tiene lo que se llama ‘destrucción creativa’. Aún no sabemos, no obstante, cómo impactará y qué puestos se crearán. De hecho, muchos de los trabajadores del futuro trabajarán en puestos que aún no han sido creados. Pero no temamos a la tecnología, que nos garantizará un mejor futuro.
Pues sí, lo de las 40 horas lo decía como algo negativo, de hecho, pero sigo siendo optimista. Lo que sí tengo claro es que la robótica y otras tecnologías exigirán de nosotros una actitud más proactiva y un esfuerzo enorme de adaptación y aprendizaje. Lo del trabajo para toda la vida es lo que está en vías de extinción (o ya extinto).
Cierto, pero también es interesante lo que se dice en el vídeo que compartió It is me: no habría que fijarse en los conductores y cuidadores de caballos, sino en los caballos en sí. Es decir, ¿qué tal les fue a los caballos con la revolución industrial? En el vídeo se dice que, ahora, los caballos somos nosotros.
Yo pienso que se crean nuevos puestos de trabajo, pero existe reducción neta de empleo, porque hace 100 años no existía el paro. Pero la robotización, industrialización e informáticas son buenas per sé, puesto que hacen el trabajo que nosotros no queremos hacer. El beneficiado evidentemente es el dueño de dichas máquinas, es decir, dueños de negocios y accionistas. Se ha producido por tanto una concentración de la riqueza. Por ejemplo la riqueza de Amancio Ortega es equivalente al 6% del PIB de España. A cambio, también se han aumentado los impuestos, para redistribuirla, y han surgido la prestación por desempleo y demás. Claro, que en estos ajustes y desajustes entra el roce entre los que se esfuerzan y les quitan y los que no y les dan, y sobre qué modelo es mejor. Yo hablo desde una perspectiva muy global.
Lo de que se crean otros trabajos también es cierto, pero esa vertiente va más lenta, porque la formación debe ir acorde, y la formación dista mucho de lo que se necesita hoy día.
Concuerdo. En el futuro las empresas tendrán que pagar el grueso de los impuestos, y también la gente con grandes ingresos (ya se por rentas de patrimonio o por tener trabajo). Buena parte de la gente simplemente sobrevivirá con una renta básica universal, la cual llegará si o si simplemente para que las empresas puedan seguir vendiendo. Evidentemente todo esto dependerá de que se tapen agujeros de recaudación y de que no se reduzcan tanto determinados impuestos.
A todo esto espero seguir siendo parte del grupo que paga impuestos.
Unos empleos desaparecen y otros aparecen. Yo me dedico a la automatización/robotización en la banca y no veo que haya una destrucción de empleo, más bien una transformación, dando más valor añadido. Evidentemente que aquellos trabajadores cuya aportación no puede ir más allá de lo que hace un robot tendrán un problema.
Por otro lado, este debate no es nuevo. Y el número de empleados sigue siendo estable durante décadas. Lo que ha ocurrido es que la media de horas trabajadas ha pasado de 80h a 40h. Quién nos dice que el día de mañana la jornada laboral no sea de 20h semanales? y lo de hoy parezca una aberración como vemos nosotros las 80h del pasado.
Lo que ocurre con la robotización y automatización es la ‘destrucción creativa’, o ‘creación destructiva’. Esto es, para que surjan los nuevos empleos, los viejos deben desaparecer. Aún no sabemos cuáles van a ser los empleos del futuro, pero lo que está claro, y nos enseña la Historia, es que los nuevos empleos serán más cualificados, y por lo tanto tendrán mayor valor añadido. O sea, que los que tengan esos empleos ganarán más dinero. Los seguidores de Ludd (los luditas) rompían las máquinas en el siglo XIX para que no quitasen el empleo a los operarios. No es que las máquinas hagan lo que nosotros no queremos hacer, sino que hacen las tareas repetitivas liberándonos de realizarlas, para que podamos crear, que es lo que se nos da mejor. Por esto, aunque no sé cuáles son las profesiones del futuro, intuyo que hay un gran porvenir en las que se desarrollen en el campo de la informática, más concretamente de la programación y el desarrollo de estos sistemas automáticos.
Sobre todo esto, por cierto, recomiendo ‘Los enemigos del comercio’, de Antonio Escohotado. De Ludd, y de Marx, habla en el tercer tomo, pero los tres son recomendables. Y sobre la renta básica, ‘contra la renta básica’ de Juan Ramón Rallo, en el que analiza esta cuestión desde los puntos de vista de todas las ideologías.
Si se pone una renta básica universal, nadie trabajará. Y el trabajo sirve para generar riqueza. Al no generarse riqueza, el sistema colapsaría cuando se acabara la despensa.
Mucho tiene que cambiar la percepción de la informática, la programación y el desarrollo de sistemas en España para que se valore a los profesionales. Una cosa es que haya demanda de profesionales y otra que se les recompense adecuadamente.
Es más, piensa que la automatización también llegará a esos ámbitos, con lo cuál tampoco serán de tanto valor añadido. Es decir, los sistemas también se crearán con automatismos. Ya hay generadores de código (de programas) que ocultan la complejidad con lo cuál los diseñadores pueden “hacer” los programas.
Yo diferenciaría entre qué profesiones tienen futuro y qué profesiones estarán bien pagadas.
La automatización desde el punto de vista técnico: mejorar el negocio, automatizar lo que tiene sentido, tener claro el objetivo, medir los resultados, etc…
La hiperautomatización es la suma de diferentes tecnologías base, como la inteligencia artificial (IA), el low-code, las plataformas de gestión de datos, el aprendizaje automático o la automatización de robótica de procesos (RPA), que sirve para automatizar no solo las tareas repetitivas, sino también las más complejas. Por eso, es un elemento fundamental para asegurar el futuro de las empresas.
