Uso este hilo porque tampoco sé muy bien donde ponerlo, al final es simplemente una reflexión sin más que simplemente quería compartirla …
Tengo acciones de compañías armamentísticas, tabacaleras y del sector de las bebidas alcohólicas en cartera. En su día medité sobre si incorporarlas o no y al final tome la decisión de hacerlo. Hay por ahí una famosa frase de alguien también creo que también famoso (no recuerdo exactamente la frase ni tampoco quién la dijo) que viene a decir que su patrimonio, su riqueza, no le permite prescindir de la inversión en ese tipo de sectores.
Al final es eso, y llega un momento que cuando llevas tiempo en esto de la inversión creo que se alcanza un punto en el que cuando compras tal o cual compañía muy pocas veces lo haces porque te paras a valorar la idea de virar hacia tal o cual sector por motivos estrictamente de moralidad o de condición de vida, simplemente vas escudriñando el mercado y terminas disparándole a todo aquello que cumpla con los requisitos que buscas en términos de rentabilidad y condiciones para tu cartera. Sin más, muy “aséptico” todo. No planteas ningún tipo de cuestionamiento de otro tipo, y tampoco te paras a pensar si el presidente de la compañía lleva los calcetines verdes o azules …
Pero de vez en cuando te paras a mirar tu cartera, su evolución, aquellos componentes que lo han hecho mejor, los que lo han hecho peor, esas posiciones que entraron casi por casualidad sin grandes esperanzas ni perspectivas de que fueran a ser caballos ganadores y terminaron siéndolo, las que por el contrario entraron con la vitola de ser grandes oportunidades y terminaron siendo un casi, algunas sin el casi, fiasco o al menos su desempeño fue frustrantemente muy inferior a lo que se esperaba de ellas, etc , etc, etc y por el camino te das cuenta de casos como el de las empresas armamentísticas o relacionadas con el sector de la defensa militar.
Ves que han tenido crecimientos exponenciales, que se han disparado, que están ahí arriba, relucientes, henchidas y mirando con aires de una gran superioridad, apoyadas en su espectaculares rendimientos, a muchas otras del resto de la cartera. Y eso hace que por un momento cojas conciencia de que el hecho de que eso sea así no supone otra cosa que grandes sufrimientos en algún lugar del mundo, O en muchos lugares del mundo.
De que mientras tú repasas tu cartera en algún lugar del mundo es muy probable que gracias a lo que esas compañías desarrollan, en ese mismo preciso momento, es muy posible que alguien esté pereciendo. Sin importar su condición humana, ni sus creencias, ni si durante su vida se comportó de un modo justo o injusto, ni nada de nada, simplemente el destino quiso que estuviese en el sitio justo en el momento justo pero para mal.
Mientras tanto a mucha distancia de allí, o quizás a no tanta en otros muchos casos, la vida sigue. La gente repasa sus carteras de valores, sigue con “grandes” preocupaciones diarias e intenta no perder las últimas actualizaciones de sus influencers preferidos porque si no luego se le acumula mucha plancha para ponerse al día.
Y nosotros, yo, cerramos la plataforma del broker, quizás con cierta consternación momentánea pero que se irá disipando hasta quizás el próximo telediario que veamos o el próximo periódico digital que leamos.
Y es que al final, de un modo u otro todo nos pilla muy lejos, hasta que algún día nos lo acerquen a la puerta de casa y entonces serán otros a los que lo que tú tienes en la puerta de casa a ellos les pillará muy lejos.
La persona que dijo aquella frase lo resumió muy bien, su riqueza no era la suficiente como para poder dejar aun lado según qué inversiones y comenzar a preocuparse por los aspectos morales de las finanzas.
Y sí, soy plenamente consciente de que si nos ponemos en ello al final seguramente no se escapen ni aquellas compañías que dicen dedicarse a luchar por un mundo mejor, sea desde el sector que sea.
En fin, que solo era por compartir una reflexión.
Un saludo.