<<Las pensiones no han fallado porque se tengan menos hijos, sino que se tienen menos hijos porque los jóvenes no pueden mantenerse a sí mismos, a los 9-10 millones de arruinados por la SS (“jubilados”) y a sus hijos.>>
Jubilados = arruinados por la S.S.
Comparto la visión de Gregorio.
Llamar “jubilado” a alguien que ha sido empujado a depender del Estado (y, por tanto, de los impuestos que pagan sus propios descendientes) es un eufemismo. La verdad es que millones llegan a la vejez arruinados por la Seguridad Social, no solo en lo económico, sino también en lo moral: se les impidió prever, ahorrar, construir un legado.
En La República, Platón presenta una idea muy distinta. En el Libro I, Sócrates conversa con Céfalo sobre la vejez y la riqueza.
“Por mi parte, me daré por satisfecho si no dejo a mis hijos en menor cantidad que la que heredé, sino siquiera un poco mayor.” (Rep. 330a)
Preservar y, si es posible, mejorar el legado. Es una ética del deber, que pone en el centro a la familia.
Llegar a la jubilación dependiendo del estado (de los impuestos que pagan tus hijos) hasta para poder comer es una aberración.
Más adelante, añade:
“Considero de mucho valor la posesión de las riquezas, no para cualquier hombre, sino para el sensato. En efecto, la posesión de riquezas contribuye en gran parte a no engañar ni mentir involuntariamente, así como a no adeudar sacrificios a un dios o dinero a un hombre, y, por consiguiente, a no marcharse con temores hacia el Hades.”
Tener recursos permite al hombre sensato actuar con integridad y cumplir con sus deberes.
Hoy se ha invertido el ideal de Céfalo: son los jóvenes los que deben transmitir su riqueza a los viejos.
Los jóvenes, no heredan: sostienen. Los viejos, no se liberan: cargan.
No es justicia, es decadencia.