Pues yo me inicié en el Shadak, es el centro de yoga de Ramiro aquí en Madrid, está en la calle Ayala número 10, muy cerca de la biblioteca nacional y de la estación de Recoletos.
Recuerdo que la matrícula estaba en los 50 euros y las mensualidades en 55 euros, lo que daba derecho a 3 clases semanales, lunes, miércoles y viernes que comprendían una hora de yoga físico o hatha yoga y luego una hora de yoga mental o meditación donde el conductor era el propio Ramiro.
El hatha yoga es válido para cualquier persona, no importa la condición física de partida, cada postura se hace muy lentamente y cada persona la lleva hasta donde puede procurando no lesionarse, muy despacio y con mucha prudencia.
Y el yoga mental es más difícil, muy simple, pero muy difícil, nos sentábamos apoyando la espalda en la pared, postura erguida, con la columna vertebral bien recta, cerrábamos los ojos y hacíamos 3 ejercicios de meditación de 10 minutos o 2 de 15 minutos.
Por ejemplo, concentrar toda nuestra atención mental en la respiración, o ir recorriendo con el foco de la atención cada rincón del cuerpo de forma minuciosa, o concentrar toda nuestra atención mental en la zona del entrecejo.
Es así de simple, pero muy difícil, la mente nunca deja de parlotear, y cuando empiezas a meditar por primera vez, te duelen las piernas, te pica la nariz, se te duerme un pie…
Se trata de ser capaz de pensar y dejar de pensar a voluntad, ser dueños de nuestra mente, que ningún pensamiento nos domine y se adueñe de nosotros, lo cual luego, en la vida cotidiana es pura salud mental con el ritmo de vida loco que llevamos.
Olvidé comentar que al concluir las asanas, las posturas del yoga, se hacen 5 minutos de pranayama, ejercicios respiratorios enfocados a aprender a respirar correctamente y llenar el cuerpo y la mente de energía, prana como lo llaman los yoguis.
Y la clase de hatha yoga concluye con una relajación de 5-10 minutos, eso es una gozada, realmente desconectas de todos tus problemas, es como el sueño profundo, pero estando despierto.
Lo más importante es practicar, en yoga la teoría sirve de muy poco, a meditar se aprende meditando y cada meditación es en sí misma un gran logro, no importa si estás nervioso, disgustado, exaltado…La meditación puede con todo eso, el problema es si tienes sueño, el sueño, el sopor es el verdadero enemigo de la meditación.
A mi lo que más me impresiona son los yoguis expertos que llevan décadas meditando y haciendo yoga, se cuenta que algunos de estos tienen “poderes especiales”, gente capaz de parar el corazón a voluntad, o ser enterrados vivos durante una semana y sobrevivir contra todo pronóstico.
Luego el yoga entra dentro del campo del misticismo, de la espiritualidad, pero cuidado, el verdadero yoga no es adoctrinante, no hace proselitismo, no es una religión.
Junto con la bolsa es mi otra gran pasión en esta vida y si pudiese vivir 500 años, dedicaría 400 años al yoga sin dudarlo ni un instante.
Ellos hablan de ciertos maestros de yoga, los liberados vivientes, que han desbloqueado los 112 chacras y alcanzado la iluminación, el samadhi, un estado de lucidez mental absoluta donde todo se ve con gran claridad y…No sé mucho sobre esto.
Dicen que un liberado viviente, un jibanmukti, (seguro que lo escribo mal), está en este mundo pero no es de este mundo.
Que conste que yo soy ateo, pero estos maestros de yoga que llevan décadas meditando, haciendo pranayama…Creo que ellos llegan a un estado de consciencia que no se puede explicar con palabras.
Perdón por el tocho que he soltado, es que el tema me fascina muchísimo.
Además es la única cosa que alivia el estrés de mi trabajo, lo único.