El mito del dios de la tecnología se está desmoronando
Creer que los fundadores de startups poseen poderes extraordinarios perjudica a amplios sectores de la sociedad, en particular a los trabajadores e inversores cotidianos.
En las últimas semanas, sin embargo, se ha vuelto más claro que nunca que el mito de la competencia extrema es solo eso: un mito. El colapso de FTX, los despidos masivos, el rápido desmoronamiento de Twitter, todo ha hecho mella en la noción de que las empresas de tecnología están dirigidas por alguien más que simples mortales…
Para ser claros, Amazon y Meta son compañías enormes que han creado una gran cantidad de valor y, en algunos casos, mucho daño. Twitter, aunque no tan grande, ha tenido durante mucho tiempo una influencia desproporcionada en relación con el tamaño de su base de usuarios. FTX está en una situación diferente. Ha colapsado y está bajo investigación por posibles irregularidades.
En cada uno de estos hechos se han puesto al descubierto lo que parecen ser errores elementales de juicio.
Para las grandes empresas tecnológicas como Meta, existía la ilusión, que Zuckerberg reconoció al anunciar el despido de más de 11.000 empleados, de que el mundo cambiaría poco una vez que se levantaran los bloqueos por la pandemia. “Desafortunadamente, esto no resultó como esperaba”, escribió Zuckerberg en una carta abierta anunciando los despidos. “No solo el comercio en línea ha vuelto a las tendencias anteriores, sino que la recesión macroeconómica, el aumento de la competencia y la pérdida de señales de anuncios han provocado que nuestros ingresos sean mucho más bajos de lo que esperaba”…
Al final, las personas perjudicadas por este mito no son los inversores profesionales que acumularon rendimientos récord, ni los líderes empresariales con sus niveles de riqueza disminuidos pero aún incomprensibles. Las personas a las que más les duele son el inversionista promedio, el jubilado con una cartera diezmada, las decenas de miles de trabajadores tecnológicos despedidos. A los que más nos duele, es decir, a la mayoría de nosotros…