Los mercados tendrán que acostumbrarse a la mentalidad mercantilista de Trump
El próximo presidente de Estados Unidos y su equipo ven el comercio en términos políticos, más que estrictamente económicos
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Sin embargo, el mensaje de Trump revela tres cosas clave. La primera y más obvia, como ya he señalado antes , es que es tremendamente ingenuo suponer que el “friendshoring” siempre será amistoso. La segunda es que Trump ahora está tratando de poner a prueba los límites de la acción, lanzando una retórica “impactante” para ver cómo reaccionan otras naciones y los mercados.
No es ninguna sorpresa. A lo largo de su carrera —y de su primer mandato— Trump ha intentado constantemente desestabilizar a sus rivales lanzando amenazas impredecibles y extremas. Ahora redoblará sus esfuerzos. Después de todo, su experiencia le ha enseñado que los límites de las posibles acciones están mucho más allá de las normas convencionales, y esas amenazas suelen funcionar.
Basta con observar la rapidez con la que Justin Trudeau, el primer ministro canadiense, habló por teléfono con Trump esta semana, buscando formas de apaciguarlo, incluso cuando él amenazó con represalias. O cómo Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, instó a Europa “a comprar ciertas cosas a Estados Unidos”, como gas natural licuado y equipos de defensa.
En tercer lugar, la retórica de Trump no se limita a intimidar a los demás, sino que también refleja un cambio ideológico más amplio. En las últimas décadas, la mayoría de los economistas y directores ejecutivos han visto instintivamente el comercio en el marco utilizado por el economista del siglo XVIII Adam Smith, es decir, como un conjunto de flujos económicos entre países de estatus similar, que pueden beneficiarse aprovechando al máximo sus diferentes ventajas naturales.
Sin embargo, el equipo de Trump ve el comercio a través del prisma de las jerarquías de poder, es decir, como una herramienta para aumentar el dominio de Estados Unidos en el mercado en un mundo donde los “socios” comerciales son todo menos iguales
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Esta mentalidad mercantilista no es nueva en absoluto. El economista Albert Hirschman la describió bien en su clásico libro de 1945 Poder nacional y la estructura del comercio exterior, donde señala que para los mercantilistas “un aumento de la riqueza a través del comercio exterior conduce a un aumento del poder en relación con el de otros países… [y] un conflicto entre los objetivos de riqueza y poder del Estado es casi impensable”…
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