Hola
Me ha recordado el artículo de Cuartango del sábado en ABC, asentado y reflexionado
Plantearse los menos problemas posibles es la única manera de resolverlos, apuntaba Cocteau. Así es. Una de las cualidades de los buenos políticos es la capacidad de jerarquizar los retos y discernir entre lo importante y lo accesorio.
Me parece un error la decisión de Isabel Díaz Ayuso de abandonar la conferencia de presidentes autonómicos por el hecho de que Pradales e Illa se expresaran en vasco y en catalán. En primer lugar, porque es una cuestión de respeto a las minorías y de reconocimiento de unas lenguas que son oficiales. Y, en segundo lugar, porque su gesto convierte en un problema algo que no lo es.
Igualmente, creo que es equivocado el eslogan «Mafia o democracia», elegido por el PP para la manifestación de mañana. Sánchez preside el Gobierno de forma legítima tras obtener el refrendo de una mayoría parlamentaria. No es un dictador ni un capo mafioso. Podemos criticarle por sus métodos, por su desprecio a la oposición, por su forma de hacer política, pero no es necesario insultarle.
La dinámica de polarización favorece al presidente del Gobierno, instalado en un discurso del todo vale para frenar a la derecha. Pero no vale todo ni Feijóo fortalece su liderazgo al entrar en el juego de descalificaciones de Sánchez.
Si de verdad el PP quiere llegar al poder, lo primero que tiene que hacer es formular un programa de regeneración democrática que ponga fin a la patrimonialización de las instituciones y el amiguismo que ha marcado la etapa de Sánchez. Es una gran oportunidad para que Feijóo pueda demostrar que hay otra forma de gobernar.
El líder del PP llegó a Madrid con la idea de no caer en provocaciones y con el propósito de hacer una oposición sin estridencias. La estrategia de polarización, alentada por el núcleo duro de Ferraz, le ha empujado a endurecer su discurso hasta quedar desnaturalizado. Tampoco ha sido capaz Feijóo de esclarecer su relación con Vox y poner límite a sus pactos, probablemente porque piensa que necesita sus escaños para gobernar. Ello le permite evitar la fuga de votos a la formación de Abascal, pero le impide captar los dos o tres millones de indecisos que flotan entre el PP y el PSOE.
Me da la impresión de que Feijóo, como Ayuso, gasta mucha energía en asuntos pequeños y que no es capaz de articular un proyecto que ilusione a sus votantes. En el cuerpo a cuerpo, tiene todas las de perder con Sánchez, un equilibrista de la política.
Es cierto que si uno lee la biografía de grandes hombres como Churchill descubre errores garrafales y decisiones desproporcionadas que le llevaron a una extrema impopularidad. Pero Churchill supo dar la talla en la hora decisiva. España necesita una alternativa sólida a Sánchez y eso sólo será posible si el PP se deja de batallas estériles que conducen a la melancolía.